domingo, 18 de septiembre de 2016

Cuento: Hotel






HOTEL

12 de la noche. Un hombre se adentra en un hotel humilde, pequeño; solo tiene dos pisos pero es bastante grande de anchura. El hombre lleva en su brazo un bolso negro. Saca su tarjeta de crédito y se la entrega al encargado, para después decirle que solo se quedara tres noches. El encargado le pide que firme en una libreta, y luego procede a entregarle su llave. El hombre da una mirada rápida al estante y se da cuenta de que faltan 12 llaves además de la suya, lo que quiere decir que él es el numero 13. Mal augurio.

Se instala en su habitación, no trae mucho consigo. Saca una toalla de su bolso y entra al baño, se mira en el espejo, se preocupa de lo pálido que se ve, y piensa que debería comer y descansar más. Luego de lavarse el rostro y secarse, se tira en la cama dispuesto a dormir. No hay ruido en el hotel, la gente está descansando, y gracias a ello el podrá dormir bien.

La noche ha pasado sin percances. Son las 5 de la madrugada y el hombre se levanta, se siente cansado a pesar de haber dormido toda la noche. Al dar un paso se da cuenta de que su identificación esta en el suelo, la levanta y se ríe de cómo se ve en la foto. En el plástico laminado se lee el nombre de Alfonso Arias. Edad: 35 años.

Alfonso ha salido de su habitación, camina con calma, piensa dar unas vueltas como siempre hace en las madrugadas. Al bajar las escaleras que llevan a la recepción, contemplo espantado, el cadáver del hombre encargado. Estaba sobre su escritorio con una herida de puñalada en la espalda, con los brazos extendidos sobre la madera y con la mano derecha cercenada. Hay desparramados en el suelo 4 papeles cubiertos en sangre.

Alfonso esta espantado, corre rápidamente hacia el teléfono que se encontraba en la pared al lado derecho del escritorio. Marco velozmente los números de la policía pero la señal estaba caída, solo se oía un constante ruido irritante. No sabía qué hacer, su celular no tenía señal, así que subió rápidamente esperando encontrar a alguien que si la tuviera. Toco la puerta de la primera habitación, pero nadie respondía, era normal que no estuvieran despiertos a las cinco de la madrugada. Un ruido lo distrajo, era el ruido de una persona siendo arrastrada. Estaba asustado pero aun así se dirigió hacia el ruido, repitiendo en su cabeza una y otra vez que era una mala idea.

Al cruzar el pasillo y llegar al lugar donde se originaba el ruido, observa atónito a un hombre sin piel, se veían sus músculos totalmente claros y su cuerpo no dejaba de sangrar. El hombre estaba jalando a otra persona, una mujer, la levanto del cabello mientras ella intentaba gritar pero, no podía ya que su lengua estaba cortada. El hombre la desolló viva con un enorme cuchillo, increíblemente afilado, y lo hizo a una velocidad impresionante, dejando en claro su gran experiencia y habilidad. Alfonso no pudo hacer más que contemplar la escena con un miedo insoportable, sus piernas temblaban y el sudor salía a mares de su frente y axilas, quería irse pero no podía, sus pies estaban clavados, se sentía enfermo pero no podía vomitar, se sentía cansado pero sus ojos estaban bien abiertos.

Cuando la mujer cayó al suelo y el hombre sin piel volteo a verlo, en ese instante pudo correr, y corrió con todas sus fuerza, como si fuera un atleta. Cuando intento bajar las escaleras, se tropezó y cayó de bruces. Al levantarse, observo asustado a un monstro, no era muy grande, apenas si era algo más alto que el, pero era horrible. Sus ojos eran rojos, su cerebro era visible, su cuerpo era similar al de una salamandra y tenía grandes colmillos en su enorme mandíbula, y con ellos devoraba los órganos de un viejo. Alfonso se levanto rápido, se dirigió a la salida, ya nada le importaba, que murieran los demás, el solo quería salir y salvar su vida, pero la puerta estaba cerrada y por más que la jalo con todas sus fuerzas esta no cedió, por más que la golpeo no se hizo una sola grieta.

El monstro termino de comer y dio una mirada que le helo la sangre. Alfonso echo a correr hacia las escaleras, pues en la pared de ese lado había una ventana, pero esa vía de escape tampoco funciono. Sus dientes castañeaban, se había orinado los pantalones y no dejaba de sudar. El monstro comenzó a acercarse a él. Alfonso decidió subir las escaleras y avisar a los demás, tal vez así, estando todos juntos, puedan defenderse.

Toco las puertas, golpeo y grito con todas sus fuerzas, pero nadie abría. Hasta que una persona lo hizo. Un joven de tal vez unos 20 años, se le veía soñoliento pues no acostumbraba levantarse tan temprano. Le pregunto qué pasaba, porque tanto alboroto, y Alfonso pasó a contarle lo que había visto, pero el joven le dijo en tono burlón que dejara las drogas o que le invitara. Alfonso se molesto y agarrándole de la mano, lo condujo hacia el pasillo donde estaba la mujer desollada. El joven vomito del asco, y luego fue agarrado de la garganta por un ser totalmente oscuro. Alfonso no podía hacer nada ante lo que estaba pasando, intento golpear al ser negro pero todos sus golpes pasaban de largo, como si no estuviera ahí. Finalmente el joven murió estrangulado sin poder defenderse.

Alfonso echo a correr una vez más, paso al lado del cuerpo desollado, hacia la ventana que estaba en frente, pero esta tampoco abrió. Cayo de rodillas, se había rendido, se había rendido y aceptado su muerte. Aun así, se levanto al ver una niña que salía de una habitación, llevaba un oso de peluche en su brazo y le pregunto si había visto a su madre, que no estaba en la habitación. Inmediatamente después de la pregunta, el mismo ser oscuro atrapo a la niña, la levanto alto como si pensara cargarla, pero la levanto de las piernas, las cuales comenzó a separar, subiendo la velocidad con los gritos de la niña, hasta partirla en dos.

Alfonso se levanto y corrió rápidamente hacia las escaleras, mientras corría volvió la cabeza un par de veces, y observo al hombre sin piel arrastrar los cuerpos de la mujer desollada y el cadáver del joven.

Los demás inquilinos despertaron de sus letargos, los gritos de la niña fueron agudos y escandalosos. Salieron de sus habitaciones, algunos pasaron por el pasillo de la mujer desollada, pero no la vieron, ya no estaba. Al llegar se quedaron impactados por la escena. La niña estaba en un charco de sangre, con lágrimas en sus ojos y con su oso bajo el brazo, pero su cuerpo estaba intacto. Algunas personas lloraron y otras gritaron ante la horrible escena. Uno de ellos, un señor con bigote saco su celular y llamo (sin problemas) a la policía. Otra de las personas, una joven mujer se separo, pues escucho ruidos constantes, como si algo cayera por una escalera. Al llegar, la joven grito al ver a un hombre de cabello negro arrastrando dos cadáveres, uno desollado y el otro era el cuerpo de un joven.

Cuando el resto llego, atraídos por sus gritos, vieron lo mismo. El hombre jalaba los cuerpos, mientras sudada y lloraba, era un hombre de aspecto demacrado, con sangre en todo su cuerpo. Luego de terminar de arrastrar los cuerpos, el hombre se dio cuenta de la presencia de las personas, se alegro al ver más gente y les grito que tuvieran cuidado, que había monstros por el hotel, que debían encontrar una manera de salir cuanto antes. La gente estaba callada, y callados observaron al hombre asustarse, había girado y retrocedía lentamente mientras apuntaba con su dedo a la nada gritando: “¡Cuidado, es uno de los monstros, nos va a comer!”

— ¿Por qué todos se quedan quietos? —Pregunto confundido. — ¿Acaso no lo ven?

Después de decir eso, el hombre corrió hacia la puerta, la jalaba con todas sus fuerzas, o al menos eso creía, las demás personas solo veían a un hombre jalando una manija invisible.

La policía llego y detuvieron al hombre, al que, después de investigar un poco, supieron que se trataba de Alfonso Arias, un conocido asesino serial oriundo de Colombia. Estando en su celda, Alfonso miraba a todos lados, asustado. Cualquiera sonido le llamaba la atención y se escondía debajo de su cama. En las noches no dejaba de gritar en sueños que los monstros venían por él.

DESPUÉS DE LA TORMENTA

Pasaron dos días antes de que Alfonso recobrara la cordura. La policía finalmente pudo interrogarlo, querían saber como lo hizo. Alfonso conto todo con extrema calma, sin siquiera sentirse culpable, relataba cada asesinato con indiferencia.

TESTIMONIO

¿Qué como lo hice? Muy sencillo. Me levante a las 3 de la madrugada, baje lentamente las escaleras hasta la recepción, vi que el hombre encargado aun estaba despierto, me acerque a él cordialmente, le dije que no podía dormir y si le apetecía charlar. El acepto encantado, se sentía muy solo en ese escritorio de caoba. Use la excusa de querer ver lo que estaba haciendo, y cuando lo tuve de espaldas le clave mi cuchillo con todas mis fuerzas, al mismo tiempo que apretaba su boca para no dejarle soltar ningún quejido. Cuando termine este trabajo, volví a subir al segundo piso, entre a mi cuarto y espere.

Mi paciencia se vio recompensada a las 4:47 cuando oí unos pasos. Vi a una mujer que salía del baño, espere que cruzara al pasillo, entonces la atrape, y usando la ayuda de un poco de cloroformo la dormí, y luego le corte la lengua. Procedí luego a amarrarle las manos y los pies. Cuando ya la tuve inmovilizada, los efectos del bello compuesto químico se desvanecieron cuando hice el primer corte. Ella intento zafarse pero estaba muy débil como para resistirse con eficacia. Fui desollándola con rapidez, disfrutando cada segundo, disfrutando su cara de dolor y terror. Continúe tranquilo hasta que oí un ruido abajo. Baje presurosamente y me encontré con un anciano, parecía confundido, era obvio que sus facultades mentales eran pobres por causa de la senilidad. Me fue sencillo cortarle la garganta y tirarlo al suelo. Pensé matarlo rápido para luego subir y terminar con el desollamiento, pero mi estomago crujió, no había comido nada en días. Rápidamente abrí su estomago y comencé a comer todo con gusto.

Al terminar, subí y continúe con el desollamiento, la mujer no se había movido pues no tenia las fuerzas suficientes ni para mover un dedo. Seguí pasándole mi cuchillo de la buena suerte hasta que termine el trabajo. Luego me dormí, o más bien, me desmaye. Estaba molesto por esto ya que, no me gusta estar dormido, o mejor dicho, no me gusta que el otro este despierto.

DORMIDO

Alfonso despertó justamente cuando se cumplieron las cinco horas. Al salir vio los asesinatos desde su nueva perspectiva. Vio a los monstros hacer lo que él hizo pero con el toque de fantasía que su mente creaba. Y estrangulo al joven mientras creía ver al ser oscuro.

Cuando cayó de rodillas después de intentar abrir la segunda ventana, en el momento en el que se había rendido, atrapo a la niña, la tiro al suelo y le corto sus cuellos femorales con su cuchillo, que llevaba en su bolsillo trasero, pero esta no grito, no entendía que pasaba y el miedo bloqueo sus funciones.

Luego clavo el cuchillo en su pecho y violo a la niña salvajemente hasta que esta cayo inconsciente. Los gritos que se escucharon no provinieron de ella, si no de él. El gritaba de esa forma aguda mientras arrastraba con una gran fuerza los cuerpos, era una forma inconsciente de pedir ayuda, él quería ser atrapado, necesitaba ser atrapado. Estaba cansando de llorar constantemente cada lunes de cada semana, el único día cuando la personalidad original estaba completamente lucida. Estaba harto, a pesar de que lo intento muchas veces, jamás pudo usar ese cuchillo grande que su padre le regalo de niño, contra si mismo.

DESCENLACE.

Después del interrogatorio, Alfonso regreso a su celda. Ya habían preparado su sentencia, será ir a la silla. Entonces fue sentado y asegurado. Un oficial movió la palanca, Alfonso vio a un perro de dos cabezas, cada una respiraba truenos y relámpagos, y finalmente, murió con una sonrisa de felicidad, por fin su sufrimiento había terminado.

FIN

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