miércoles, 24 de agosto de 2016

Cuento: Lobos




Cuarto escrito del universo de cuentos y relatos: Black Word.

LOBOS

Una manada de catorce lobos se aleja de un bosque, cabizbajos. Han sido expulsados de su territorio por otra manada que fue superior. Muchos están heridos, pero mantienen el paso, si se quedan mucho tiempo serán atacados otra vez. El cachorro del líder de la manada, vino al mundo hace cinco meses, ya le ha salido su dentadura final, es un bello lobato de color blanco, el único de la manada de ese color, nadie sabe porque, pero no les es importante. Esta algo herido en su pata trasera, no fue por una mordida solo se cayó cuando huía por el ataque.

Después de caminar mucho, llegan a una pequeña cueva donde todos se quedaran por una noche antes de volver a emprender su viaje en busca de un nuevo territorio. Los adultos han salido a buscar presas para la cena de hoy, el lobato aun es demasiado pequeño para acompañarlos, por lo tanto se queda en la cueva con su niñera ya que su madre también ha salido a cazar.

Se queda dos minutos pero es demasiado inquieto y curioso, entonces sale de la cueva cuando no lo están viendo, quiere pasear y explorar un poco. Dos de los lobos que se quedaron a proteger la cueva, lo siguen, se llaman Atam y Daka. El lobato olfatea la tierra, está fascinado por descubrir un nuevo olor. Los dos lobos que lo siguieron se acercan a él, gruñendo. El lobato echa los labios y las orejas hacia atrás, se lame el hocico, tiene la cola entre las patas y apunta su hocico a los lobos. Pero ellos siguen gruñendo, y erizan el pelaje, entonces el lobato llega la sumisión pasiva, rueda boca abajo y expone su garganta. Pero aun así, los lobos siguen igual, el pequeño no entiende que pasa, está muy asustado y no puede pedir ayuda, pero en ese momento su padre regresa y se interpone entre su cachorro y los dos lobos— ¿Qué creen que hacen? — Les pregunta—Este es mi cachorro—Los dos lobos se miran y Daka habla.

—Está herido, será solo una carga.
—Yo decido si es una carga o no. Apártense, no quieren verme molesto.

Los lobos retroceden y regresan a la cueva. El pequeño lobato gimotea mientras su padre le lame la cabeza y le dice que todo está bien, entonces su cachorro mueve la cola. Al regresar a la cueva, luego de que la pareja reproductora coma, los demás lobos y la única cría que sobrevivió al ataque son los siguientes en comer. La cena ha sido un par de ciervos.

El pequeño lobato duerme junto a sus padres, en medio de ambos. La noche pasa sin percances, y al día siguiente el viaje se vuelve a emprender. Caminan por varias horas, por días, pasan por praderas, por caminos llenos de piedra, por montañas y por valles y por fin han llegado a un nuevo bosque, y el macho alfa lo reclama como su territorio orinando y dejando excremento en todo lo que le pertenecerá. Este será el nuevo lugar donde vivirán, el pequeño espera que esta vez puedan quedarse.

Al día siguiente, los adultos vuelven a salir por la comida, esta vez el lobato se queda junto a su niñera, se siente bastante cansado por el viaje, su herida en la pata le está afectando. Los lobos que intentaron matarlo están observándolo, están atentos a cualquier signo de debilidad.

Al final de la cena, sus padres, los alfa, se aíslan y estarán así por mucho tiempo, es abril y empezaran a aparearse. Su padre les ha pedido a dos lobos de confianza que mantengan seguro a su cría, y ellos son los que impiden que Atam y Daka se acerquen a él.

Las feromonas en la orina y la hinchazón en la vulva informan al macho de la situación. Raido monta firmemente a Calay por detrás, forman una cópula luego de que el bulbus glandis se expande y los músculos de la vagina se aprietan, estarán unidos entre 10 y 30 minutos durante los cuales Raido eyaculara múltiples veces. Tras la eyaculación final, Raido levanta sus patas por encima de Calay, quedando ambos mirando en posiciones opuesta, alertas, protegiéndose las espaldas. El ritual se repite muchas veces durante el periodo de ovulación.

Han pasado 63 días y cinco lobeznos han nacido, ciegos, sordos y completamente dependientes. Los cachorros residen en la madriguera y se quedaran allí, en su cuarto al final del túnel, hasta que cumplan las tres semanas de edad. La cueva donde viven esta cerca de un lago y está bien protegida. Luego a las cinco semanas, comenzaran a salir a dar sus pequeñas expediciones, mientras son cuidados y educados por su niñera, designada por la alfa Calay. Ellos son instruidos en la comunicación con aullidos, reciben comida y elogios como recompensa por el buen trabajo.

El hermano mayor, el único lobo blanco de la manada, Mosay, sale con los adultos, observara cómo funciona la cacería.

Ocho lobos se acercan a un bisonte que ha tenido la mala suerte de haberse alejado de su manada, han esperado el momento perfecto, el gran animal esta distraído pastando. El macho alfa, Raido, es el primero en avanzar. Los demás lobos esperan la señal, pacientes. Raido tiene la cola horizontal y tensa, pero la mueve un par de veces, esa es la señal. Los demás lobos salen de todos los puntos donde estaban escondidos, los demás bisontes huyen, pero la presa designada no tendrá la misma suerte. Raido lo muerde en el área del perineo, provocando un desangramiento. Los demás lobos atacan al animal en sus patas y torso, Raido se aleja, toma vuelo, corre y ataca a la garganta. El Bisonte ha caído, y los alfa son los primeros en comer, mientras los de rango intermedio evitan que los de bajo rango se acerquen. El corazón, el hígado y los pulmones han sido comidos. Mosay es el siguiente en acercarse, se ha recuperado y está creciendo fuerte como nadie, todos están de acuerdo de que será un gran sucesor.

Los días pasan y la comida escasea, ya no se ven muchos animales, algo más los está cazando. Uno de los lobos observa el problema y regresa a reportarlo.

— ¡Son humanos! Los humanos han llegado a este lugar.

Los lobos se ponen tensos, están asustados, existen muchas leyendas sobre el poder de los humanos. Raido da la orden y los lobos comienzan a esconderse. Mosay sigue siendo curioso, y decide observar a los humanos. Es de tarde y falta unas horas para anochecer. No le toma mucho tiempo encontrarlos, su olor es muy diferente a lo que ha olido en toda su vida. Observa con claridad, a uno de ellos, matando a un oso, de un disparo en la cabeza. Mosay piensa que la forma de cazar de los humanos es impresionante, no tuvo que ponerse en peligro, lo asesino de lejos.

Mosay decide quedarse un rato mas, quiere ver como esas criaturas comen sus presas. El humano es felicitado por dos de sus compañeros, uno de ellos saca una cámara y le toma una foto con el oso. Mosay no entiende que está sucediendo, no se lo están comiendo, lo han dejado ahí que se pudra.

— ¿Lo mataron solo para hacer esa cosa tan extraña? ¿Le quitaron la vida por diversión?

Mosay piensa por mucho pero no logra entender la forma de razonar de esas criaturas. Desobedeciendo la orden de su padre, el lobo blanco decide seguir a los humanos, quiere aprender más de tan formidable enemigo.

Los ha seguido por horas, con cuidado, se ha alejado de su territorio y está abierto a muchos ataques, pero el confía en no ser detectado, es bastante hábil para su edad. Finalmente ha llegado a una cabaña, observa desde un escondite como se comportan. Observa muchos animales disecados en las paredes de la cabaña.

—La caza de hoy fue muy divertida, aunque ese oso no dio mucha pelea.
—Si, estuvo bien. Mañana espero cazar un lobo o un zorro, esos son mas escurridizos.

Por alguna razón, Mosay logra entender todo lo que ellos dicen. El mismo está sorprendido, el lenguaje de los humanos es diferente a los de su clase, pero el entendió cada una de las palabras. También entendió que ellos solo mataban por diversión, terminaban vidas solo para hacer más emocionantes las suyas. Esos seres eran asquerosos, su forma de pensar es horrible, repugnante, eso le pareció. El lobo blanco se retiro llevando con él un gran desprecio a esa raza, pero también llevo mucho consigo el miedo.

No hubo más problemas, los humanos mudaron su caza a otros lugares, y los lobos y los demás animales pudieron salir de sus escondites y vivir otra vez.



El tiempo ha pasado, Mosay ha cumplido dos años, en breve comenzara a buscar una pareja y su propio territorio. En dos días partirá, se despide de sus hermanos y de sus viejos padres. Antes de irse pasara tiempo con el resto de la manada.

La noche cae, las estrellas brillan. Mosay está sobre una roca, aúlla a la luna con melancolía. Observa todo el territorio de su padre, está feliz de haber sobrevivido y de haber tenido una vida pacífica. Desciende lentamente por la montaña, pero varios aullidos llaman su atención, son aullidos y ladridos que le piden regresar, son aullidos de miedo.

En el núcleo del territorio, donde todos están reunidos, hay algo que los asecha. Rija, uno de los lobos de confianza de Raido, está cerca de él y le pregunta— ¿Qué rayos es eso? No son lobos, osos o algo parecido, tampoco son humanos, es extraño—Raido se queda callado, tiene las orejas atrás, se le ve asustado, Rija nunca lo ha visto así, incluso cuando la otra manada, que era superior en número ataco el estuvo fuerte y peleo contra tres al mismo tiempo, aun cuando los humanos llegaron, el se mantuvo claro, pero ahora, el gran lobo alfa, el más valiente lobo, ahora, está asustado.

Mosay ha llegado, los ve a todos asustados, el no entiende porque. Al pasar su sorpresa, su olfato (el mejor de la manada) capta la esencia de la cosa que los asecha. Es un olor a podrido, fétido pero a la vez es aromático y relajante, nunca antes ha olfateado algo como eso. A pesar de su visión, los lobos no logran divisar al ser que los asecha. Ellos también captan el horrible pero hermoso olor, primero pensaron que era el olor de la pólvora, que los molestos humanos habían venido a atacarlos, pero no, eso no era humano, para nada.

Unos ojos blancos se ven en la oscuridad, en lo alto. Se escucha el aullido final de uno de los lobos, los demás se asustan y saben que serán los siguientes. Los lobos caían uno detrás de otro, Mosay se acerca a sus padres, se comunica con ellos con pequeños gemidos pero, ellos no responden. Un viento extraño, frio y lleno de maldad, perfora sus cuerpos, pero el cuerpo de Mosay solo queda herido. — ¿Qué es esto? Has sobrevivido a mi ataque—Pregunta una voz fría y vacía. Mosay solo puede gimotear.

—Ya veo. Eres un lobo maldito. No creí que los de tu clase nacieran así.
— ¿Los de mi clase? –Se pregunta Mosay.
—Te dejare vivir, lobo maldito.

Lo que producía la voz se ha materializado en un ser de sombras, humanoide y emite una gran maldad, una energía demoniaca. Las lobas han sido reanimadas, han vuelto a la vida pero solo para ser violadas por esa sombra. Una y otra vez, para luego ser tragadas, tragadas al igual que los machos. Mosay mira aterrado, su familia ha muerto, lo que ha observado supera la maldad de los humanos, era una maldad de la más alta clase. Y observando esa maldad, se desmaya.

El sol resplandece, Mosay se levanta, herido aun. Camina por el bosque, camina por horas, herido y cansado, pero camina. De tanto caminar, el lobo blanco se desmaya. Un ladrido llama su atención, el ladrido de un perro, una perra dálmata. Una joven mujer sigue el sonido del ladrido, observa al lobo, lo carga mientras sus cabellos dorados brillan con el sol. Mosay piensa para sus adentros mientras es cargado— ¡Suéltame! Sucia humana, suéltame— La joven no lo suelta, las palabras de Mosay son solo gemidos.

La joven lo lleva hacia su tienda, ella esta acampando en el bosque, le gusta la naturaleza.

Mosay sigue gritando por dentro, pide que no se le acerque, pero ella no hace caso. La joven pone la cabeza del lobo blanco sobre sus piernas, Mosay intenta moverse pero no puede, está demasiado débil. La joven acaricia su cabeza— ¡No! Suéltame humana. No quiero ser tocado por los de tu raza, los aborrezco—La joven lo sigue acariciando, con mucho amor, la perra dálmata observa preocupada— ¡Maldita humana! ¿Por qué? ¿Por qué tus caricias son tan cálidas y reconfortantes? Tú que perteneces a esa sucia raza— Con sus pensamientos, Mosay se queda dormido.

Al día siguiente, se despierta pero aun no puede moverse. A su hocico llega el olor de un estofado de carne. La joven nota que ha despertado, le habla con una amable voz—Me alegra que hayas despertado—Dice con una sonrisa.

—Debes tener hambre ¿verdad? No te preocupes, también eh preparado comida así para Dayla, ya que eres un lobo debes tener gustos similares, o eso creo.

La joven lo alimenta con cucharadas, Mosay no quería nada de los humanos pero, esa comida tenía algo especial, algo amable, como la comida que su madre le regurgitaba cuando era cachorro.

Mosay vuelve a dormirse, y al día siguiente se siente mejor. Al abrir los ojos mira frente a él a la humana, durmiendo con su perra encima de su pecho. El lobo blanco se quita las frazadas que la joven le puso para que no pase frio, nota las vendas en su cuerpo.

Lo único en la mente de Mosay es salir de ahí. La humana no parece como los otros pero puede que solo este fingiendo, no se dejara engañar por esas palabras. La joven nota que intenta irse, se levanta y le dice que aun no está curado, que debe descansar más tiempo. Mosay le gruñe, levanta las orejas y le muestra sus fauces, pero ella no está asustada. Se acerca a él lentamente, Mosay hace ademan de morderla pero la perra dálmata interfiere derribándolo con facilidad.

— ¿Ves? Estás muy débil. Si una perra puede vencerte, no tendrás oportunidad ahí fuera.

Mosay se duerme una vez más. Esta vez es despertado por los lamidos de Dayla, la comida esta lista. Mosay come de un plato hondo, sin descanso prueba la comida. Ya está recuperado, piensa irse y no dejara que esa mujer lo detenga. La joven lo acaricia, y lo besa en la frente. Dayla enloquece, se mueve de lado a lado ladrando, el lobo blanco se ha convertido en un bebe, un bebe de dos años.

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